El otoño, el cambio de estación, la variación de las temperaturas, las (cada vez más frecuentes) lluvias o incluso la reducción de la luz solar durante el día pueden afectar directamente al organismo del individuo. Si, además, le sumas posibles problemas inmunitarios o un estado de defensas bajas, la probabilidad de sufrir alguna enfermedad como el resfriado común, la gripe u otras infecciones, aumenta considerablemente. Durante esta época del año, el equipo de Otorrinolaringología Sagrada Familia recomienda lavarse las manos con abundante agua y jabón para prevenir el contagio, así como mantenerse alejado de las personas con algún cuadro de sintomatología y ventilar los espacios cerrados.
¿Puedo sufrir amigdalitis como consecuencia de un resfriado?
Para dar respuesta a esta pregunta, primero, debemos aclarar y definir que son las amígdalas; pequeños bultos o formaciones de tejido linfático situadas a ambos lados del cuello y justo en el punto de paso entre la boca y la faringe. Las más grandes e importantes son las denominadas amígdalas palatinas y son fácilmente visibles cuando se abre la boca por su gran tamaño y característica forma de dos almendras.
Su función principal consiste en ayudar al sistema inmunitario y a proteger el cuerpo de posibles infecciones. En algunos casos, pero, la infección generada es más de lo que pueden manejar y se produce una inflamación aguda llamada amigdalitis. El 70% de los casos es debido a infecciones virales, aunque, también puede producirse por bacterias.
Son principalmente los niños, de edades comprendidas entre los tres y los ocho años, que se enferman de amigdalitis. Habitualmente, un 70-80% de los niños la padecen y el trastorno puede afectar hasta 5-6 veces en un año. Esto es debido a que el sistema de defensa del niño empieza a desarrollarse y a producir anticuerpos para defender el organismo y a destruir así, los virus y las bacterias que intentan ingresar al cuerpo a través del sistema respiratorio. Así, pues, por extraño que parezca, padecer amigdalitis puede considerarse como un hecho positivo durante esta etapa de crecimiento del niño.
Amigdalitis viral o bacteriana
Cuando las amígdalas se inflaman acostumbran a enrojecerse, a hincharse y a formarse pequeñas manchas de pus. Este cóctel lleva al paciente a sufrir dolor de garganta al tragar, así como fiebre alta, escalofríos e inflamación de los ganglios linfáticos.
Lo más habitual es que esta patología sea causada por un virus, que, a pesar del mal estar del paciente, se pasa en unos días y no acostumbra a haber complicaciones. Es de suma importancia visitar al médico para que establezca un diagnóstico personalizado y un tratamiento, normalmente, farmacológico. A los pocos días de tratamiento, se reducirán los signos de la amigdalitis y los efectos de la medicación dará sus resultados. Eso sí, lo más probable es que empiece a desarrollarse un resfriado común acompañado de tos seca y flema.
Las amigdalitis de origen bacteriano tampoco son motivo de preocupación; sin embargo, un caso más atípico, pero, es que la amigdalitis sea causada por una bacteria llamada estreptococo, que puede llevar complicaciones más graves si no es tratada a tiempo. Por ejemplo, puede afectar el funcionamiento de los riñones de forma permanente. Por esta razón, es clave visitar a un médico otorrinolaringólogo para que lo distinga y recomiende un tratamiento antibiótico que erradique la enfermedad.
Sea cual sea la causa que provoque este trastorno, se debe diagnosticar y tratar adecuadamente. Los síntomas que presente el paciente ayudan a clarificar la patología, e incluso, alguien que no sea experto puede ser capaz de distinguir unas amígdalas sanas de unas inflamadas con placas de pus a su alrededor. Es muy importante, pero, que se siga al pie de la letra todo el tratamiento farmacológico, aun si se minimizan los síntomas y se empieza a encontrar mejor. Dejar a medias la medicación puede hacer reaparecer la enfermedad.
Cuando visitar al médico
- El dolor de garganta es particularmente intenso, con “glándulas” inflamadas en el cuello (ganglios linfáticos) y dificultad para respirar o tragar.
- Se siente un fuerte dolor en la garganta y la fiebre supera los 39ºC.
- La amigdalitis no se resuelve y no mejora dentro de los cinco días posteriores a su aparición.
- Se siente dolor de oído.
- El dolor de cabeza es intenso y se asocia con vómitos repetidos.
- Aparecen signos de confusión mental.
A veces, en casos graves o si se descuida la enfermedad, la amigdalitis aguda puede complicarse con la aparición de sinusitis, otitis media, mastoiditis (inflamación de un hueso del cráneo) o absceso periamigdalino (inflamación con formación de pus en toda el área alrededor de la amígdala). También en estos casos es necesario consultar al médico.
En la Clínica Sagrada Familia contamos con el Dr. Fabio Collurà, Otorrinolaringólogo especializado en el tratamiento médico y quirúrgico de la patología rinosinusal. Además, atiende todo tipo de trastornos que afectan los oídos y la audición, así como afecciones de cabeza y cuello.